jueves, 8 de marzo de 2012

AL RESCATE DE LOS ALMENDROS (y II)

Una vez las ramas muertas fuera, hemos cavado alrededor del tronco. Ya el año pasado limpiamos nuestros almendros (hay siete en la finca) de todas las malezas que los rodeaban: realmente son unos supervivientes, estaban ahogados por argelagas y romeros hasta casi dos metros de altura. Yo, particularmente, pensé que morirían, pues estaban totalmente agotados.

Pero no. Hemos vuelto pues a remover la tierra a su alrededor y a marcar un buen alcorque. Y finalmente, el milagro del agua: agua para apagar la sed de nuestros amigos.

La satisfacción que se siente cuando se ha acabado este trabajo es indescriptible. El árbol nos transmite, realmente, su bienestar.

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